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martes, 30 de octubre de 2007

Itinerario Político - Pemex: ¿no pasa nada?

Fuente: El Universal
Itinerario Político
Ricardo Alemán
30 de octubre de 2007


Pemex: ¿no pasa nada?

Se habla de que el Presidente está muy molesto por lo ocurrido en las plataformas siniestradas

Es momento de pasar del enojo por la tragedia a mucho más que una mera investigación que tape hoyos negros

Al fuerte oleaje que provocó una de las más lamentables tragedias que ha vivido Petróleos Mexicanos en la llamada sonda de Campeche —en donde perdieron la vida por lo menos 22 trabajadores— siguió una intensa tormenta política que amenaza con hacer agua en la torre en la que despacha como director de la paraestatal Jesús Reyes Heroles.

Y es que luego del accidente provocado por la colisión de dos plataformas petroleras que operaban en el golfo de México —ocurrido el pasado martes 23 de octubre— han empezado a aparecer serias dudas sobre irregularidades evidentes en los sistemas de seguridad de las plataformas, claros hechos de corrupción y hasta presuntas maniobras por parte de autoridades de la paraestatal y/o de las empresas contratistas responsables de las plataformas, para ocultar la información de lo que realmente ocasionó no la colisión de las plataformas, sino la muerte de los trabajadores. Esa situación, que de suyo habla de graves irregularidades, y la ligereza inicial con la que fue manejada la tragedia en las horas críticas por parte de las autoridades de Pemex —su director, Jesús Reyes Heroles, llegó a justificar que fue imposible evitar la tragedia debido a condiciones climatológicas extraordinariamente malas— causaron un notorio malestar en la casa presidencial, al grado que el presidente Calderón insistió en “una investigación a fondo, independientemente de que la información, de la cual se dispone, nos indica que el accidente en esta plataforma fundamentalmente obedeció a circunstancias climáticas extraordinariamente adversas”.

Entre los “hombres de Calderón” se habla de que el Presidente está muy molesto por lo ocurrido en las plataformas siniestradas, y que en realidad su discurso en Ciudad del Carmen, el jueves 25, fue mucho más que un regaño al director de Pemex —dicen que pareció una advertencia—, sobre todo luego que el propio Felipe Calderón escuchó los testimonios de dos sobrevivientes de la tragedia —lo cual según la información le causó un gran impacto personal—, quienes dejaron ver que, en efecto, los fenómenos naturales son impredecibles y hasta incontenibles, pero que la pérdida de vidas se puede evitar —y para eso se han diseñado sistemas de seguridad que debieron estar listos—, si es que hubiesen funcionado adecuadamente.

¿Qué fue lo que falló en Pemex? De acuerdo con trabajadores en activo y ex trabajadores de plataformas petroleras, falló todo: los sistemas de alerta meteorológica, los sistemas de alerta en las plataformas, los equipos de emergencia, de evacuación; los sistemas de capacitación a que deben estar sometidos todos los trabajadores que suben a una plataforma, para casos de contingencia y, en general, las normas de seguridad para una actividad de alto riesgo, acaso de las de más alto riesgo en el mundo laboral, como en el que se desempeñan en esas peligrosas ciudades marinas.

¿Quiénes son los responsables de esas fallas? En efecto, nadie en su sano juicio puede negar que la fuerza de la naturaleza resulta impredecible y suele tornarse incontenible, pero contrariamente a lo que dijo el director de Pemex, en esta ocasión se pudo evitar la muerte de los trabajadores que fallecieron luego del siniestro. ¿Era o no posible que trabajadores de las plataformas fueran evacuados en tiempo y forma, con los mínimos de seguridad garantizados? Está claro que existieron deficiencias en los estándares de seguridad, errores, omisiones, deterioro en los equipos de salvamento y que los trabajadores no estaban suficientemente capacitados para una emergencia como esa.

Está claro que más allá de un frente frío que provocó oleajes de alto riesgo, todas esas irregularidades catalizaron la tragedia y dejaron en indefensión a los trabajadores de las plataformas. Pero el asunto no se puede quedar sólo en meros lamentos. Se deben responder preguntas fundamentales: ¿quiénes son los responsables?
Por razones que sólo se entienden por corrupción y negligencia, los trabajadores de las plataformas colapsadas no fueron evacuados a tiempo y una parte de ellos no logró sobrevivir —a pesar de la fuerza de la marejada—, debido a que no se siguieron los protocolos de seguridad, a que las lanchas para evacuar —conocidas como mandarinas— no cumplían con los estándares de seguridad y supervivencia requeridos y, en especial, porque ante una emergencia como la ocurrida nadie sabe si el mando y la responsabilidad le corresponden a la paraestatal o a la empresa contratada por Pemex.

Y eso sin tomar en cuenta la corrupción y la responsabilidad que se debe acreditar tanto al sindicato petrolero como a las empresas privadas subcontratadas, cuyos líderes literalmente trafican con mano de obra barata, sin la capacitación y las prestaciones que deben tener los trabajadores que se desempeñan en esa peligrosa actividad, todo en medio de un mundo que no se mueve sin el combustible de la corrupción.

Hoy se sabe, por ejemplo y de acuerdo con informaciones periodísticas, que en una suerte de complicidad entre Pemex y algunas de las empresas subcontratadas, se pretendió ocultar las evidencias de las graves fallas detectadas luego de la tragedia —como la inutilidad de las embarcaciones conocidas como mandarinas, que en no pocos casos se convirtieron en verdaderas tumbas en el mar—, así como se ocultó a la opinión pública que antes, durante y después de la colisión, se registraron fallas graves en la coordinación entre los responsables de la seguridad en las plataformas, los sistemas de seguridad y auxilio en tierra, y hasta se omitió que por razones no aclaradas también se habría siniestrado más de un barco que habría tenido que ver en la tragedia.

Es irreparable la pérdida de 22 vidas, es cuantioso el daño ecológico que se genera por el derrame de crudo, pero es momento de que el gobierno de Calderón pase de la etapa del enojo por la tragedia a mucho más que una mera investigación que pretenda tapar los hoyos negros de Pemex; que proponga una revisión integral de una empresa que hace agua por todas partes. No es tiempo del “borrón y cuenta nueva”. Es el tiempo de Pemex.

aleman2@prodigy.netm.mx

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