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jueves, 6 de diciembre de 2007

Capitanía veta al 'Weatherbird'

Fuente: Canarias 7

El Weatherbird II, conocido como el barco del hierro, no pudo entrar ayer finalmente en el puerto de Las Palmas. La Dirección General de la Marina Mercante, a través de la Capitanía Marítima, prohibió ayer el atraque del buque, que llega precedido por denuncias de Greenpeace.

En un principio, la consignataria Italmar esperaba su llegada a las 08.00 horas, y el atraque estaba previsto en el muelle de Santa Catalina, pero al cierre de esta edición, se encontraba próximo a la zona de Bañaderos.

Aunque se desconoce el contenido de la prohibición de Capitanía Marítima, según un portavoz del Puerto ésta incluye la la imposibilidad de fondear a menos de 3 millas (unos 5,4 kilómetros) del litoral de la isla de Gran Canaria hasta nueva orden.

El buque, propiedad de la empresa estadounidense de ecorestauración Planktos, llega precedido por las denuncias de Greenpeace, porque según asegura la organización ecologista, pretende verter al mar 100 toneladas de virutas de hierro, con la intención de generar fitoplacton y que éste absorba el dióxido de carbono.

20 ensayos.

Lo cierto es que esa es una de las principales actividades de la empresa Planktos, y se denomina fertilización con hierro, una posible solución al exceso de dióxido de carbono que está provocando el cambio climático.

Pero es también el gran debate actual entre la comunidad oceonográfica. Desde que surgiera la teoría de la fertilización con hierro en los años 80, se han realizado en el mundo alrededor de 20 experimentos al respecto. Y se ha comprobado que, efectivamente, el hierro, o mejor dicho, el polvo de hierro en suspensión el tiempo suficiente para que el placton los absorba, cumple la función de fertilizar, tal y como ocurre de forma natural cuando el viento lleva arena del Sahara hasta el océano.

Pero, según explicó ayer el decano de la Facultad de Ciencias del Mar de la ULPGC, Santiago Hernández, lo que aún se desconoce son las consecuencias ecológicas que pueda tener a largo plazo, ya que ningún buque ha regresado regularmente al lugar del experimento para estudiarlas. Y ahí surge la polémica. Unos defienden que se debe seguir estudiando y otros advierten de esos posibles efectos adversos.

Hernández se sitúa entre los primeros. Según declaró ayer, desconoce las intenciones del Weatherbird II, pero si vienen a investigar «¿porqué no?», se preguntaba. Lo que no defendería es una fertilización masiva, pero duda de que se trata de eso porque el protocolo de Kioto exige que cualquier método para absorber dióxido de carbono obtenga previamente el permiso de una entidad que certifica sus resultados, y este aún no está probado científicamente.

Canarias pidió ayuda a Madrid.

El Gobierno de Canarias, que supo de la llegada del Weatherbird II a partir de la denuncia de Greenpeace, según el consejero de Presidencia, Justicia y Seguridad, José Miguel Ruano, envió hace unos días una solicitud al Ministerio de Medio Ambiente para que vigilara las intenciones de la empresa y se cercieorara de que el experimento «que no está comprobado científicamente» en caso de llevarse a cabo, sea a más de 100 millas (180 kilómetros) de las Islas.

Hernández lo apoyaría como experimento.

El decano de la Facultad de Ciencias del Mar de la ULPGC, Santiago Hernández, explicó ayer que ha tenido contactos con la empresa propietaria del Weatherbird II porque, como experto en el efecto de las tormentas de polvo sobre el océano, ésta se ha interesado por su trabajo. Le consta, por tanto, que la empresa conoce a la perfección «las condiciones extraordinarias que reúnen las Islas» para un experimento de estas características, según dijo, ya que aquí el plancton está adaptado al hierro porque lo trae la con mucha frecuencia.

Hernández defiende además que tanto el Gobierno de Canarias como el de España deberían impulsar la investigación en torno a la fertilización con hierro, una posible solución al exceso de dióxido de carbono que, como tantas otras, debate en la actualidad la comunidad científica, y que, según explicó, debe llevarse a cabo en el mar para medir las consecuencias a largo plazo. Pero en pequeñas cantidades y de forma controlada.

Por eso, aunque asegura desconocer las intenciones exactas de la empresa estadounidense, adelanta que, en caso de que se trate de un experimento de las características que él describe, cuenta con su apoyo.

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