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jueves, 16 de octubre de 2008

Los astilleros franceses amenazan con romper su pacto con Navantia

Además, DCNS pretende configurar un consorcio naval europeo, similar a EADS, y dejar fuera a la española.

Fuente: Negocios
Paris

Tras años de continuas de-savenencias públicas, el matrimonio entre los astilleros franceses DCNS y la española Navantia parece abocado al divorcio. Tras 15 fructíferos años de unión en la fabricación del submarino modelo Scorpene, DCNS pretende finalizar la relación con Navantia por los desacuerdos que existen respecto a otros proyectos de ambas empresas, según ha publicado la prensa francesa.

El detonante ha sido la puesta en marcha, en solitario por parte de Navantia, de un nuevo modelo de submarino, el S-80. Por eso, desde hace dos años, los franceses amenazan con romper los acuerdos con Navantia. Representantes de la española aseguraron no tener una comunicación oficial de la ruptura de relaciones con DCNS.

El S-80 es un submarino cuya principal peculiaridad es que contará con un revolucionario sistema de propulsión independiente del aire, lo que le permitirá permanecer más tiempo sumergido. La puesta en marcha en solitario de este proyecto ha sido visto como una amenaza para la DCNS, ya que, al tratarse de un submarino de nueva generación podría resultar una dura competencia en los concursos internacionales para los submarinos franceses. Navantia ya ha comenzado la construcción de la primera unidad de las cuatro que le encargó la Armada española, un concurso que será un gran escaparate para la compañía, que espera obtener un importante número de pedidos para este submarino.

Astilleros europeos
Del mismo modo, los astilleros franceses han reactivado la creación de un consorcio europeo de astilleros en el que pretenden dejar de lado a la compañía española, una posibilidad complicada, ya que Navantia ha participado desde hace años en los encuentros en los que se negocia esta alianza.

El proyecto, que quedó aplazado hace dos años, estaría siendo encabezado ahora por DCNS y la alemana Thyssenkrupp, y tiene como objetivo que los principales astilleros militares europeos constituyan una plataforma para unificar sinergias en materia de adquisición de materiales, para conseguir reducir costes en la construcción naval. A diferencia de un sector como el de la aeronáutica, donde los clientes eligen dentro de un catálogo de la empresa, en el naval cada marina ha buscado siempre personalizar su propio modelo. Esta postura no va a cambiar de raíz, ya que en un campo como el de la defensa marítima las necesidades de un país pueden ser completamente diferentes al de otro, a diferencia de la aviación civil comercial. Los representantes de los astilleros han reconocido que sería recomendable para el futuro del sector poner en común los principales productos de las marinas europeas para estudiar un acuerdo.

De constituirse un único grupo entre estas empresas, estaríamos ante un líder mundial del sector militar naval. Estados Unidos no exporta barcos desde hace décadas. El gigante asiático es un líder indiscutible en el sector civil, pero en el militar está un escalón por debajo de los europeos. Las próximas reuniones entre los representantes de Francia y España serán vitales para salvar no sólo las actuales relaciones comerciales, sino la posición de Navantia en el nuevo tablero de juego naval.

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