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viernes, 24 de abril de 2009

Empresa - Tache a Oceanografía

Alberto Barranco
Empresa
Tache a Oceanografía

Sin haberse iniciado aún la discusión sobre un nuevo escenario laboral, en cuya mira se ubica la suspensión de lo que la clase patronal califica de privilegios de los trabajadores, algunas empresas están caminando desde ya al otro extremo

El caso más escandaloso es el de Oceanografía, la firma contratista de Petróleos Mexicanos, de cuyo auge se alude al tráfico de influencias de los hermanos Bribiesca Sahagún.

Como recordará usted, a la firma naviera le llovieron los contratos durante el sexenio pasado, en un escenario de consignas traficadas por los hijastros del ex presidente Vicente Fox en calidad de coyotes.

De acuerdo con un reporte de la Federación Internacional del Transporte con sede en Londres, la empresa es la que reúne mayor evidencia de violaciones a las leyes nacionales e internacionales en materia laboral, de todas las contratistas que actúan en la Sonda de Campeche, con proa al complejo Cantarell.

El segundo, tercero y cuarto lugares los acaparan las firmas Protexa de los hermanos Lobo Morales, Diavaz y la noruega Tide Water. Todas ellas alquilan sus barcos para realizar tareas de mantenimiento de las plataformas petroleras.

Llegan, pues, trabajan y se van, en lo que se conoce como firmas off-shore, es decir costa afuera.

De acuerdo con el organismo, la figura les permite un escenario que propicia la evasión fiscal; reduce al mínimo la inversión laboral, y de pasadita contrata a los llamados sindicatos de protección para avalar las violaciones a la Ley Federal del Trabajo.

Algo así como un dumping social.

Lo cierto es que el catálogo de abusos había sido planteado una y otra vez por el Frente Unido de Marinos Mercantes, en diversos foros nacionales.

La lista habla de ausencia de contrato colectivo, en un marco en que los trabajadores carecen de copia de su anexión a la empresa; se les obliga a firmar renuncias anticipadas y a afiliarse a sindicatos blancos, cuyos dirigentes no pertenecen al gremio; se les escatiman las prestaciones de ley y no hay certeza alguna de cumplimiento de las normas de higiene y seguridad. Más allá, las jornadas laborales son excesivas y los alimentos exiguos. Se da el caso en que éstos no llegan en varios días, aduciendo la empresa mal tiempo. Adicionalmente, se obliga a los trabajadores a laborar durante 28 días por 14 de descanso, cuando la ley habla de 14 de trabajo por 14 de asueto.

En paralelo, el grueso de los trabajadores carece de registro ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, con la novedad de que los inscritos se ubican con salarios inferiores a los reales.

Naturalmente, en caso de accidentes que provoquen invalidez o muerte, la empresa se deslinda del pago de las indemnizaciones correspondientes.

Y si le seguimos, tampoco hay registro al Instituto Nacional del Fondo para la Vivienda de los Trabajadores, o al Sistema de Ahorro para el Retiro.

Haga de cuenta una outsourcing a lo bestia. Qué importa si Oceanografía le cobra a Petróleos Mexicanos un millón de pesos diarios por el alquiler, por ejemplo, del barco conocido como El Caballo del Trabajo. Total, lo tomas o lo dejas. Y, en el escenario, el pago de salarios llega a retrasarse hasta por cuatro meses, con la novedad de que al último trimestre de cada año se realizan despidos masivos para no pagar aguinaldo, vacaciones y otras prestaciones.

De acuerdo con la Ley Federal del Trabajo, la autoridad laboral está obligada a enviar periódicamente inspectores que supervisen las condiciones laborales y sanitarias de los trabajadores que laboran en las zonas marítimas, lo que prácticamente nunca ha sucedido.

Según el cálculo del Frente Unido de Marinos Mercantes, en la Sonda de Campeche se concentra 90% de la actividad marítima del país, y 70% de la petrolera. ¿Heredó Oceanografía la impunidad que gozó en el sexenio pasado? ¿No hay freno para las llamadas off-shore y outsourcing? ¿Ley de la selva?

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