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lunes, 27 de abril de 2009

Piratas, tesoros y litigios

Fuente: Cope

La bandera pirata parece izarse con fuerza a través de las ondas informáticas y marinas, haciendo gala de su poderío tecnológico con un propósito centenario: enriquecerse a toda costa. Por ello, Carmen Chacón acompañó la semana pasada en Mombasa (Kenia) a las tropas españolas que combatirán a la piratería somalí, que según la Oficina Marítima Internacional propició 120 ataques conocidos y 815 tripulantes secuestrados en 2008, lo que reportó a estos nuevos piratas unos 100 millones de euros. Varios días antes, sin embargo, la titular de Defensa no debió irse tan lejos para visitar un lugar que exhibe objetos de deseo para la otra piratería, la que expolia el patrimonio histórico con fines lucrativos.

Se trata del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Arqua) de Cartagena, que espera albergar en sus salas el tesoro descubierto en 2007 por la compañía Odyssey Marine Exploration en aguas del Atlántico, valorado en 373 millones de euros: 15 toneladas en monedas de plata, cientos de monedas de oro y otros objetos que serán patrimonio español si el juez encargado del litigio Odyssey vs Reino de España confirma que proceden del navío Nuestra Señora de las Mercedes, hundido en 1804.


A la espera de sentencia



“Pirata es todo aquel que actúa fuera de la ley”, afirma tajante Rafael Azuar, director de Arqua y presidente del Comité Español del Consejo Internacional de Museos (Icom). “Lo que hizo Odyssey fue claramente un acto de piratería, porque nunca dio parte a las autoridades sobre lo que hacía, extrajo la carga sin permiso, la sacó del país sin informar y se saltó los criterios de la aduana, desconectando el sistema de localización obligatorio”, asuntos sobre los que, en mayo de 2007, LA GACETA fue el primer diario en informar. Hasta que el fallo se haga público no podrán revelarse las pruebas presentadas, aunque incluso Odyssey reconoce en su página web que una de las hipótesis examinadas sugiere a la Mercedes.

Lo lógico sería ir directamente al yacimiento, identificar el navío y probar que fue saqueado aunque, según parece, no existen restos de naufragio alguno que identifiquen de forma definitiva un navío de procedencia. “Cuando el convoy donde iba la Mercedes fue atacado por la flota inglesa”, explica Azuar, “su santa bárbara estalló y todo saltó por los aires, así que los restos están difuminados, y encontrar la prueba definitiva es muy raro, a no ser… que aparezcan la campana o los nombres”. ¿Nos está dando una pista implícita sobre las pruebas presentadas? La esperanza se desvanece cuando el alicantino admite que “ellos tampoco tienen esa prueba”.


Más pecios



Arqua también pretendía exhibir en sus salas la Galga y el Juno, dos galeones españoles hundidos en las costas de Estados Unidos en 1750 y 1802, respectivamente, cuya carga extrajo la compañía Sea Hunter, con la que se fue a juicio. Juno, una fragata de 34 cañones, se hundió con 400 españoles a bordo y un tesoro de 700.000 pesos de plata, unas 22 toneladas de este metal que hoy estarían valoradas en unos 500 millones de dólares; al final la Corte Federal de EEUU reconoció los derechos de España sobre ambos navíos, aunque éstos fueron cedidos para su exposición en el Parque de Assateague (Virginia).

“Lo fundamental es que se trata de historias compartidas”, concluye Azuar, en lo que supone un nuevo espíritu de cooperación y protección internacional del patrimonio cultural subacuático, una voluntad marcada por gestos simbólicos, como la cesión del ancla del Juno para su exhibición en Arqua, o el reciente contacto ya confirmado entre los gobiernos egipcio y español, que crearán un equipo para buscar el Beatrice, un navío rodeado de misterio que transportaba el sarcófago del faraón egipcio Micerinos y que, se cree, descansa bajo las aguas cartageneras.

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