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jueves, 27 de agosto de 2009

Los derechos de los marinos

Fuente: La Opinión Coruña
ANTÓN LUACES

Lo que están viviendo en el puerto de A Coruña los 10 tripulantes (5 rusos y 5 ucranianos) a bordo del carguero Virtus, abanderado en San Vicente y Granadinas, solo ellos lo saben aunque resulta fácil una aproximación a su realidad: abandonados, en la práctica, por sus armadores, carecen de lo esencial para vivir y, sobre todo, para poder regresar a sus países de residencia. Es decir: además de no percibir sus salarios, pasan hambre y necesidades y, por si fuera poco, les está prohibido el regreso a casa por algo tan esencial como la carencia de libertad condicionados como están por la falta de medios económicos que les permitan elegir.

Es el fiel reflejo de lo que está ocurriendo en muchos otros puertos y que ha llevado a la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF) a denunciar el constante crecimiento del abandono de marinos como consecuencia de la crisis financiera global.

Además del Virtus, otros buques pasan por idénticas circunstancias a pesar de que tanto la ITF como la Federación Naviera Internacional (ISF) han venido advirtiendo desde el inicio de la crisis, que a medida que los armadores afrontasen el desastre financiero, se produciría un notable incremento de la práctica de desentenderse de las obligaciones humanitarias de provisión de alimentación y cuidados médicos a sus tripulantes. Estos dejan de existir cuando las cuentas de resultados de los navieros evidencian que se gana menos o se deja de ganar. Ante ello los marinos no tienen defensa y aceptan con resignación, a veces incomprensible, que no sólo no les paguen sino que, además, han de recurrir a la caridad para sobrevivir: Cáritas, Cruz Roja o el Apostolado del Mar, entre otras Organizaciones No Gubernamentales, tienen registradas miles de historias de este tenor dentro y fuera de España.

El marino es débil si el país de bandera o aquel en el que el armador abandona el buque y sus tripulantes no toman medidas. Sólo queda el recurso judicial y la venta del barco y su carga al mejor postor. Pero esto se demora, genera desánimo, crea mal ambiente a bordo porque el hambre y la suciedad, las enfermedades, son malas consejeras y la chispa del enfrentamiento personal salta a la primera de cambio y se convierte en la mejor aliada del propietario del buque. Divide y siempre vence.

A finales del pasado invierno, ITF e ISF acordaron una serie de medidas tendentes a dar solución a las reclamaciones de abandono de marinos y las relacionadas con la muerte y heridas del personal en navegación. Quieren que la Organización Internacional de Trabajo (OIT) y la Organización Marítima Internacional (OMI) trabajen a favor de una nueva Convención sobre el Trabajo Marítimo que contemple seguros compulsivos o alguna otra forma de seguridad financiera, y que los propietarios sean los responsables, una posición que podría cargar a los clubs de P&I con obligaciones adicionales.

La cuestión fundamental es determinar quién debe proveer las necesidades básicas a los marinos cuando los armadores recurren a su abandono como medida de salvaguardia de su propia identidad económica. Tal vez sea aquí donde esa buscada nueva Convención sobre el Trabajo Marítimo deba incidir más específicamente. Porque el dinero también duele a los que colapsan y se olvidan de los marinos y sus familias.

Los marinos, además de obligaciones, también tienen derechos.

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