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martes, 2 de febrero de 2010

Capitanes que guían a buen puerto

atraque de un barco en el puerto de bilbao
Capitanes que guían a buen puerto
Los prácticos garantizan con su pilotaje la seguridad del tráfico marítimo en aguas portuarias

Fuente: Deia

HA habido suerte. El viento sopla suave del sur y la mar está en calma. Enrique Azkarate lleva de guardia desde la siete de la mañana. Son las diez y ya ha realizado una operación de atraque. Ahora, y mientras fuma un cigarrillo en el muelle de Portugalete, le comunican por el walkie-talkie que el siguiente barco le está esperando en el Abra exterior. Sin más tiempo que perder, Enrique embarca en la lancha junto a otros dos compañeros: Fernando y Roberto. A ellos también les requieren otros buques. A los tres les espera una jornada intensa de subir y bajar escalas. Los tres son prácticos del Puerto de Bilbao. Su labor, que para muchos es desconocida, consiste en garantizar, con su pilotaje, la seguridad del tráfico marítimo dentro del puerto. Son los capitanes que hacen posible que los barcos lleguen a buen puerto.

Kike y Berna, patrones de la lancha de los prácticos, comunican que están listos. Arrancan motores y enfilan hacia la bocana del puerto. Allí les esperan a los prácticos tres buques de diferentes tonelajes y procedencia. Fernando, natural de Busturia y con más de veinte años de navegación en barcos noruegos, va a meter al puerto el Birka Carrier. Se trata de un barco de 10.000 toneladas que llega de Finlandia con las bodegas llenas de bobinas de papel y de muebles que Ikea vende luego en Barakaldo. Llega el momento de la operación más delicada y peligrosa de su trabajo: subirse al barco. Previa conversación con el capitán del Birka se decide que Fernando subirá la escalerilla por la banda de babor. Se acerca la lancha al costado del buque y, con la ayuda de Berna, Fernando accede sin problemas al interior del barco. El buen tiempo ha contribuido a que la operación haya sido "limpia". Sin embargo, todos coinciden en que es el momento más "estresante", sobre todo con mal tiempo. De todas formas, Enrique aclara que todavía es más complicado desembarcar, bajar la escala de espaldas. Pero para que resulte segura la operación están gente como Kike y Berna, que, como dice Fernando "son nuestro tercer ojo". Ellos les ayudan en el momento crítico, que es cuando tienen que dar el salto de la embarcación a la escala y auparse al primer peldaño.

Escala Minutos más tarde le toca el turno a Roberto, un lekeitiarra con 30 años de experiencia en la mar. Se prepara para subir al BBC Greece, un barco con bandera de conveniencia que transporta carga general. Los marineros del carguero lanzan la escala y en unos segundos Fernando sube a cubierta. Ya sólo queda Enrique en la lancha. Habla con el capital del Skuten, un barco de 150 metros de eslora, que, aunque navega con bandera panameña, la tripulación y el armador son de Corea del Sur. Llega a Bilbao con aceite de palma que, tras su almacenamiento y posterior tratamiento, se convertirá en biodiésel. El Skuten viene de Algeciras. Descargará en menos de 24 horas, volverá al puerto andaluz, y desde allí, con una nueva carga pondrá rumbo a China. Enrique nos da las últimas instrucciones antes de subir al barco por una escala de algo más de tres metros: "Estar tranquilos y subir los escalones de uno en uno". Dicho y hecho. En cubierta nos recibe con los modales propios de la cultura asiática un tripulante que nos conduce hasta el puente de mando. Allí el capitán y Enrique se saludan e intercambian las primeras palabras. "Esto es lo primero que hay que hacer: saludar al capitán y darle la bienvenida", le dice Enrique al fotógrafo para que inmortalice el momento.

Mando A partir de ese instante, el práctico será quien dé todas las órdenes al capitán. "Pero eso no significa que tomemos el mando del barco", aclara Enrique. "El capitán de un barco nunca pierde el mando, ni siquiera cuando entra a puerto y nosotros realizamos las maniobras. Por eso, la responsabilidad última siempre es del capitán", subraya Enrique. Los prácticos, que también son capitanes de la marina mercante, les van "asesorando" en la operación de atraque y salida del puerto. Y por supuesto que los capitanes de todos los barcos que entran a un puerto se ponen en manos de los prácticos. "Hay muchos capitanes", comenta Enrique, "que cuando nos ven aparecer se relajan, bien porque no conocen el puerto o porque es de noche o hace mal tiempo".

En el caso del Skuten, su capitán, Park Cheol Saeng, un surcoreano con 20 años de vida marítima, está muy tranquilo y relajado. Pegado a un walkie-talkie, transmite las órdenes a sus oficiales y miembros de la tripulación que Enrique les va dando en un inglés muy técnico y estándar. "Con el idioma no hay problema porque utilizamos términos muy concretos; el problema suele ser cuando te vienen capitanes ingleses que utilizan su jerga y no les entiendes bien".

La maniobra se va desarrollando sin problemas gracias al buen estado de la mar y a la ausencia de viento. Nuestro destino es el muelle de Sollana, bajo el monte Punta Lucero. Allí esperan operarios de la empresa que se hará cargo de las más de 12.000 toneladas de aceite de palma, que, por arte de magia, se transformarán en combustible.

Enrique comunica por radio a los remolcadores Gatika y el Sertosa 30 las últimas instrucciones para que el Skuten quede ajustado al muelle. "La labor de los remolcadores es muy importante, sobre todo cuando hace mucho viento. Aquí, en Sollana, se crea un pasillo de viento sur que puede alcanzar los cuarenta nudos. En esos casos, los remolcadores tiran para que el barco no se empotre contra el muelle".

La "operación" ha finalizado. Los amarradores han colocado todos los cabos en los norays. El atraque ha terminado tras una hora de maniobras. "Aquí concluye mi trabajo", dice Enrique. Nos despedimos del capitán y saltamos a tierra.

marino En tierra nos espera un vehículo para volver a la sede de los prácticos en Portugalete. Allí tienen todo lo necesario para pasar los momentos de asueto durante la guardia de 24 horas. El próximo servicio será a las dos de la tarde. Hasta ese momento, tendrá un tiempo de descanso. "Ahora, con esto de la crisis, cada práctico hacemos unas cinco operaciones durante la guardia, cuando remontemos haremos siete". Lo peor es la noche. "Si hay movimiento y no podemos dormir nada, al día siguiente no eres persona". De todas formas, Enrique cree que es un buen trabajo. Cuando estudiaba COU en su Gernika natal (ahora es vecino de Amorebieta), nunca pensó que podía llegar a ser práctico, ni marino siquiera. Hoy, tras veinte años de navegación y diez de practicaje, cuatro en Las Palmas y seis en Bilbao, cree que hizo una buena elección. "Se hace duro porque el invierno es muy largo aquí, pero es bonito".

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